Parece que al fin y sin saber muy bien por qué -ni nos interesa- los señores Tony Iommi y Ozzy Osbourne han decidido limar asperezas y esforzarse por encontrar de nuevo ese punto en común que les llevó en 1967 a formar una de las grandes bandas de todos los tiempos, pioneros en muchas cosas pero sobre todo en sentar las bases, o reforzarlas más bien, de aquello que aún hoy llamamos heavy-metal. No olvidemos que fueron los artífices de un disco como ‘Paranoid’ (1970), que en la época en que vender discos era síntoma de caché e importancia, despachó quince milloncejos de nada sólo en USA. Ahora, después de las muchas idas y venidas en el seno del grupo y de la polémica entre sus seguidores acerca de la conveniencia o no de que el bueno de Ozzy vuelva a comandar a sus compañeros (el fantasma de Ronnie James Dio, que lo sustituyó tras su expulsión, sigue rondando), los cuatro miembros originales han hecho oficial su retorno a lo grande: habrá nuevo disco y gira mundial en 2012, más de 30 años después de la última aparición conjunta de Osbourne, Iommi, Geezer Butler y Bill Ward.
El productor elegido para la resurrección no podía ser otro que el omnipresente Rick Rubin, quien ya se encargó de devolver a la vida la carrera de otro mito del country-rock como Johnny Cash, tristemente desaparecido hace algunos años, o del genio del pop Neil Diamond. No se puede decir que no esté avezado en las lides metaleras, pues a lo largo de su carrera ha grabado varios álbumes de Red Hot Chili Peppers, System of a Down, Slayer, Danzig o Audioslave. Claro que también fue el responsable de la ‘Fijación oral’ de Shakira, lo cual no ha sido obstáculo para que ahora se pongan en sus manos estos cuatro renacidos mosqueteros que anuncian unas canciones basadas en los primeros tiempos de Black Sabbath, con su marca registrada impresa en cada surco.
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